El arte de conducir sin chocar

accidentes de tránsito sep. 28, 2015

Estamos en el mes de septiembre. La puerta del otoño para el hemisferio norte, cuando el insufrible calor veraniego, que en algunas ciudades aparece desde febrero – gracias al efecto invernadero – comienza a aminorar. Sin embargo, al menos en la región mexicana en donde vivo: en el centro, cerca de la ciudad de México y prácticamente el Bajío, este cambio de clima no se da de manera suave si no con la entrada de la temporada de lluvias, coincidiendo con la época de huracanes en nuestras costas.

Yo vivo en Querétaro. Para quienes no lo sepan Dios se olvida de esta ciudad en cuanto comienzan a caer las primeras gotas de lluvia, es más, me atrevo a afirmar que, desde que las negras nubes comienzan amenazando atronadoramente, la presencia del altísimo se vuelve un misterio y nos queda otra deidad no muy amable con nuestro lugar de residencia: Tláloc.

La semana pasada me encontraba en un bar del centro con un muy buen amigo y charlábamos de lo usual: tonterías. Que si los Gallos Blancos lograrían volver a traer a una figura del tamaño de Ronaldinho, que si Ricardo Ferretti se quedaría como técnico permanente de la selección, que si habían logrado convencer a Marcelo Bielsa, que si la última pelea con su novia había sido su culpa o sólo una invención paranoica de su estado etílico, etcétera. De repente escuchamos el golpeteo constante de la lluvia en el techo de esa cantina y esas pequeñas conversaciones sin sentido se volcaron a una sola plática trascendental: que pare pronto o si no, no podremos irnos hasta muy entrada la noche.

Ahora la charla se volcó en nuestras experiencias ante este tipo de conflicto. El desplazarte en automóvil de un lugar a otro en una ciudad que se inunda con 20 minutos de lluvia ininterrumpida y también de cómo es salir a carretera con ese clima.

Mi amigo, que para efectos prácticos llamaremos O, me contó una anécdota interesante acerca de sus vivencias, una en particular capturó mi atención: cuando conducía de Querétaro a San Luis Potosí. Para resumir, en época de lluvia esa carretera, la federal 57, se convierte en algo así como jugar al Mario Kart pues cada que cae agua se llena de baches.

Me contó de aquella ocasión en la que iba saliendo de Querétaro y comenzó a llover a cántaros. Todo iba bien hasta que pasó la línea que divide a los estados de Querétaro y Guanajuato (éste de obligatorio cruce para llegar a San Luis Potosí), a partir de ahí y hasta que termina la jurisdicción guanajuatense del camino federal es a lo que los lugareños se refieren como una pista de Monster Trucks, claro, pero tú vas en tu vehículo normal.

Esa vez tuvo suerte pues, no obstante sus neumáticos sufrieron el golpe de dos hoyos del tamaño de llantas de bicicletas, no eran muy profundos y no sufrieron daño considerable pero vio a muchas personas detenidas al lado del camino y, más adelante, un auto volcado. A partir de ese momento decidió documentarse y tomar un curso que le ayudará a manejar bajo condiciones adversas, en su caso lluvia inclemente, con un camino maltratado y lleno de camioneros. Lo sé, suena a que mejor debería de cambiar una ruta alterna y que es más fácil buscar la lámpara de Aladino y que el genio te cumpla desaparezcan esas 3 cosas mientras conduces pero no, se adentró en el llamado manejo evasivo, ofensivo y táctico.

¿Qué es eso?

Lo mismo me pregunté yo, a lo que me respondió que son técnicas de manejo para prevenir, reaccionar, enfrentar o huir de una situación de riesgo a bordo del vehículo. Lo interesante también es que, el curso que tomó, no se enfocaba únicamente a la cuestión de seguridad en el manejo frente a amenazas al volante sino, también, a algún tipo de peligro delictivo como un robo o secuestro. Estas clases pueden ser tomadas en todo tipo de automóviles.

Dentro de recomendaciones iniciales estuvieron las de tener el coche en correcto funcionamiento y mantenimiento necesarios. Revisar que todas las luces funcionen correctamente, así como los limpia parabrisas y que el depósito de agua de estos se encuentre lleno.

En condición de lluvia, lo que sucede a menudo en mi región, se da el fenómeno de hidroplaneamiento que es cuando los neumáticos pierden contacto con el pavimento debido a la película de agua que forma la lluvia en el piso, perdiendo adherencia.

¿Cómo evitar que eso me pase?

Una forma efectiva de evitar lo anterior es contar con llantas en muy buen estado y evitar tramos con mucha agua acumulada. Esto puede pasar a cualquier velocidad así que ir lento no lo evitará pero sí dará más tiempo de maniobra para no permitir un percance mayor. Si de plano la lluvia es muy intensa y no permite la visibilidad, lo mejor es orillarse.

Manejar en condiciones adversasY en este caso, ¿cómo hacerle con tantos baches?

Bajo una lluvia intensa y con ese tipo de camino, O, me comentó que lo mejor es no tratar de esquivarlos.

A pesar de que pueda sonar absurdo, lo mejor es permitir que las llantas absorban el golpe y esperar –rezar –para que no pase nada. Lo anterior es que, debido a la falta de tracción que tienen los neumáticos con el asfalto, el maniobrar de manera tan brusca en poco espacio es muy arriesgado y puede provocar la pérdida de control del coche.

Afortunadamente aquella noche, para cuando salimos del bar, la lluvia no sólo había aminorado sino desaparecido por completo y sus secuelas destructivas fueron nulas. Todo lo anterior lo discutimos mientras yo abría la aplicación para mandarle al chofer que nos iba a recoger la ubicación exacta de donde nos encontrábamos.

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