El Estado Islámico y la bajada del precio del petróleo

Historial dic. 03, 2014


En un mundo donde rebosa la información se puede llegar a la paradoja de estar mal informado, por exceso. Podemos juntar muchas piezas del puzzle, y entonces establecer relaciones entre noticias y hechos que en principio no tienen nada que ver.

Pero sí, existe una relación entre el llamado Estado Islámico de Irak y Levante (IS en inglés o Dae’sh en árabe) y la bajada del precio del petróleo, entre otros factores.

Cualquiera que haya visto los precios de las gasolineras esta semana habrá comprobado que algo ha pasado. Así es, el barril de petróleo no estaba tan bajo de cotización desde 2010, y ya ha bajado de 70 dólares por barril, tanto el Brent como el West Texas. Eso significa prácticamente la mitad de sus precios históricos, casi 150 dólares, en verano de 2008. Y hay margen para que el petróleo siga bajando.

En principio podremos pensar que es algo positivo, que ya era hora, y que los precios del petróleo estaban artificialmente altos. De hecho, el precio del barril hace que las economías de muchos países de la OPEP cuadren o se vayan al déficit, porque son fuertemente dependientes de las exportaciones de petróleo.

Antes de continuar, hagamos un viaje hacia el pasado, concretamente hasta otoño de 1973. En octubre se produjo un ataque coordinado de Egipto y Siria contra Israel, buscando la revancha por la guerra de los seis días (1967) cuando los hebreos se apropiaron del Sinaí y los Altos del Golán. Los árabes aprovecharon la festividad judía del Yom Kippur, cogiendo a los hijos de David por sorpresa.

El conflicto apenas dura 20 días, dado que los israelíes tenían una gran superioridad táctica y armamento de última generación de origen norteamericano, y dieron a los árabes una buena paliza. Las naciones árabes de la OPEP reaccionaron con un embargo de exportaciones de petróleo hacia los aliados de Israel, que desembocó en la primera crisis del petróleo.

Hasta entonces el mundo occidental no había sufrido un serio correctivo, y entonces Norteamérica y Europa se dieron cuenta de que dependían excesivamente del oro negro. Algunas consecuencias de la escasez de crudo fueron alza de precios hasta el cuádruple, restricciones de circulación, límites de velocidad, ingenieros afanándose en sacar una nueva generación de autos más austeros, etc.

En la España franquista uno de los efectos más notorios fue la implantación del límite de velocidad máximo de 130 km/h entre 1974 y 1976. Por entonces se dijo eso de «Usted puede permitírselo, el país no». En Estados Unidos se liquidó el concepto del «muscle car» tal y como había aparecido, con cilindradas enormes y consumos salvajes… que no eran relevantes con petróleo barato.

Fue la revolución iraní de 1979, cuando los seguidores del imán Jomeini hicieron que el Sha se fuese del país para siempre, pasando el país árabe de aliado de EEUU a uno de sus principales enemigos. La administración de Jimmy Carter intentó rescatar a los rehenes de la embajada de Teherán pero fue un fracaso que contribuyó a costarle la presidencia.

Además, comenzó un conflicto armado entre Irán e Iraq en 1980, haciendo que los precios del petróleo se disparasen hasta casi el triple en 1981, cuando se volvieron a calmar las cosas. Como siempre, esas subidas y bajadas beneficiaron y fastidiaron a gente muy diferente, como una patata caliente. Occidente seguía siendo muy dependiente del petróleo de origen OPEP.

Durante los años 80 se redujo la dependencia occidental gracias a la producción que vino de Alaska, el Mar del Norte, Noruega, Reino Unido, etc. Los precios del petróleo cayeron hasta la segunda mitad de la década, produciendo una bonanza económica en los países consumidores y un retraso en los países productores. Uno de los grandes perjudicados fue la URSS.

Según el señor Vagif Sharifov, un analista del mercado energético, podemos explicar el rápido declive de la Unión Soviética, entre otras cosas, por el desplome del precio del petróleo. De esa forma, la URSS gastó un dinero que no tenía, hasta ahogarse. Así, poco a poco, se hundió el mundo soviético como un castillo de naipes, pero eso ya es otra historia.

Hasta que a Saddam Hussein, dictador de Iraq, le dio por invadir a su vecino Kuwait para quedarse con su petróleo (I Guera del Golfo), las aguas estuvieron en calma. El barril de petróleo costaba unos 40 dólares de entonces, sin contar la inflación. Claro queda que el oro negro es un elemento fundamental para explicar la economía moderna.

Volviendo al mundo actual. El petróleo ha bajado a mínimos desde hace años. La OPEP controla aproximadamente un tercio de la producción mundial de crudo, y de ese tercio, casi la mitad corresponde a los mayores productores: Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Esos países son los que más pueden aguantar una bajada de precios, por sus reservas financieras.

El problema es lo que pasa con otros países como Venezuela, Argelia, Nigeria o Irán, muy dependientes del precio del petróleo para que salgan sus cuentas. En el caso de Iraq, por debajo de 70 dólares por barril, su economía está en gravísimos aprietos, justo ahora que se están gastando un dineral en combatir a los chalados del Estado Islámico.

Como se puede observar, tirado del mismo tópico de mucha gente: considerar al «EI» como una pandilla de barbudos fanáticos y sádicos. Estamos ante un fenómeno mucho más complejo. Se le considera como la organización terrorista más potente del mundo, y además, es la que mejor se financia.

El «EI» empieza a ganarse la fama a partir de las revueltas o primaveras árabes de 2011 que sacudieron Túnez, Libia, Siria y Egipto. En el caso de Siria, se les empezó a mezclar con los insurgentes contra Bachar el Assad. Se hicieron muy famosos por sus actividades en Internet, en vídeos en los que se cargan a occidentales cortándoles el cuello. También masacran todo lo que pillan a su paso. Es una amenaza brutal para la civilización, occidental y oriental.

Estos cafres tienen unas ambiciones enormes, crear una nación islámica o califato desde Al Ándalus (España) hasta Malasia, bajo las leyes del Corán, tirando abajo la división fronteriza derivada del colonialismo occidental y la caída del Imperio Otomano. De momento controlan una parte importante de Siria e Iraq, y tienen mucho dinero.

Uno de los objetivos del EI es llegar hasta el puerto s
irio de Latakia y ganar una salida al mar. Pero no se pararían ahí, se quieren quedar con las reservas de petróleo de Arabia Saudí, con lo que el EI se apropiaría de una parte importantísima de la producción de petróleo mundial. Como podréis comprender, la amenaza es un poco más seria que la de unos locos degollando pobres diablos.

Según la consultora IHS, el «EI» gasta la mitad del petróleo que produce. Sí, producen petróleo. Aunque se financian con secuestros (y sus respectivos rescates), mecenas fanáticos, impuestos a la población que someten, vendiendo mujeres, armas y drogas… también trapichean petróleo. Lo que no consumen es para exportación, es decir, para financiarse.

Según datos de origen ruso, el EI vende en el mercado negro los barriles de petróleo a precios entre 7 y 30 dólares, muy por debajo del mercado, que colocan en los países limítrofes. Lo hacen mediante canalizaciones subterráneas existentes y usando camiones, incluso de bomberos. Evidentemente, con esos precios podrían reventar el mercado.

Cifras entre 25.000 y 350.000 barriles diarios, lo que podemos interpretar como que nadie sabe con seguridad cuánto están produciendo. Sus beneficios podrían llegar a 3 millones de dólares diarios. Con ese dinero se puede dar mucha batalla. Y sí, pagan a los soldados, y mucho mejor que los ejércitos regulares.

De todas formas, tampoco hay que pensar que el «EI» lo tiene fácil. Por ejemplo, en Iraq perdieron la gran refinería de Biyi a mediados de noviembre, y la aviación de Estados Unidos también les ha producido daños. Al verse reducida la capacidad de refinado, han llegado incluso al trueque: petróleo crudo a cambio de petróleo refinado, del que puede echarse en vehículos, tanques, etc. También cuentan con refinerías móviles, más difíciles de localizar y destruir.

¿En qué nos afecta todo eso? El trapicheo de petróleo en el mercado negro influye en los precios, poco, pero influye. Además, a los países occidentales les viene bien, hasta cierto punto, que los precios del petróleo sigan bajando porque nuestras economías son fuertemente dependientes de este recurso. Hasta Estados Unidos se ha puesto a producir para que bajen los precios.

– EEUU ha reducido sus importaciones en 8,7 millones de barriles diarios desde 2006.

Se cree que a finales de la década Estados Unidos pasará de ser importador a exportador neto de petróleo. Este país alcanzó su pico de producción en los años 70 y ahora está sacándole partido al «fracking» y yacimientos no convencionales. Se han vuelto a niveles de producción de mediados de los 80.
Según declaraciones de Alexánder Bórtnikov, director del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), hay países europeos comprando petróleo de contrabando del EI. Si no le damos credibilidad, démosela a la embajadora de la UE en Iraq, Jana Hybaskova, que ha afirmado lo mismo. De ese modo, es posible que estemos siendo cómplices, sin saberlo, de la barbarie del «EI».

Podrán ser unos salvajes y unos bárbaros, pero están dirigidos por una cúpula con conocimientos de comunicación mediática, economía, estrategia militar… Tenemos que dejar de considerarlos como una pandilla de fanáticos religiosos sin cerebro. Además, no todo el mundo musulmán está en su contra, incluso tienen sus adeptos.

Es fácil. El EI es de la rama suní del Islam. En Iraq los sunís son mayoría, pero EEUU cometió el error de «colocar» a chiíes en el Gobierno. Por lo tanto, los sunís son proclives a apoyar al EI. Hay que contar que en el mundo árabe las fidelidades no van tanto por nacionalidades, sino por ramas religiosas, en este caso chiíes y suníes. Entre ellos, se llevan a matar, y no es un recurso literario.

Existen antecedentes en Vietnam, Afganistán o Iraq. Hay guerras que no se pueden ganar con las tácticas de siempre ni el poder de una superpotencia. El EI es ya un riesgo tan importante que no podemos ignorarlo. No basta con dejar de retransmitir sus comunicados bárbaros, hay que tomárselo muy en serio. Y seguirán generando titulares durante una buena temporada.

Ahora mismo la situación es la siguiente: hay exceso de oferta de petróleo, por eso el precio está bajando. Estados Unidos está presionando con sus exportaciones, y la bajada de precio afecta a Rusia. El otro gigante lo está pasando mal por las sanciones de la Unión Europea, a cuento del apoyo descarado a los separatistas prorrusos de Ucrania, y el consiguiente desplome del rublo.

Baste con ver estos datos. Los ingresos por exportación de petróleo en Rusia suponen la mitad de su presupuesto, o una cuarta de su producto interior bruto (PIB). El rublo acumula una devaluación anual superior al 10%, por no hablar de la reducción de la inversión extranjera en 76.000 millones de dólares. Rusia tiene una economía al borde de la recesión.

La OPEP no bajará su producción y la mantendrá en exceso para presionar a la industria petrolera norteamericana, es decir, es una guerra de precios. Esto le interesa a los principales productores, que son Arabia Saudí, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos. El resto de los productores sufren, porque no pueden soportar esa guerra de precios.

¿Quién aguantará este pulso? Difícil saberlo. Como hemos visto, la presión que aguanta cada país productor no es la misma. Aunque los consumidores bien agradecemos las bajadas, sobre todo en Occidente, no son sostenibles en el tiempo. Obserbemos lo siguiente…

Cuenta Jesse Colombo para Forbes que el barril West Texas (referencia de EEUU) tiene un soporte en 60 dólares/barril, que no se alcanza desde finales de 2006. En cuanto al barril Brent (referencia en Europa) el próximo soporte a alcanzar es el de 70 dólares, visto por última vez a finales de 2009.
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Además, ambos barriles tienen un siguiente soporte alcanzable, a 40 dólares el barril, que coincidió con finales de 2008 y principios de 2009. Pero llegar a ese nivel pondría muchas cosas boca abajo. La industria del petróleo convencional de EEUU colapsaría, pero también las economías de países productores de la OPEP, así que no es un escenario muy probable.

Si sigue bajando el barril aumentaría la inestabilidad de muchas naciones. Por ejemplo, en Venezuela hay desabastecimiento de productos básicos, y en Nigeria tienen el problema de la guerrilla fundamentalista de Boko Haram. Incluso la monolítica monarquía de Arabia Saudí puede tener problemas si se levanta la población. No se puede permitir que el EI obtenga réditos en forma de apoyos si aumenta la inestabilidad.
De momento el «EI» está «confinado» entre Siria e Iraq, pero pueden pro
gresar si consiguen doblegar a los ejércitos defensores. Existe también el riesgo de que se abra un segundo frente en el norte de África, donde ya hay poblaciones que se han declarado favorables al EI. Las primaveras árabes deberían servirnos de lección, el mundo árabe es como gasolina tomando el sol, basta una cerilla para que se arme una buena.

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Vía: Javier Costas / autoblog – D.M.

 

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